Vulnerabilidad financiera de los hogares en Colombia y su impacto en el riesgo de crédito

Posterior a la crisis de finales de los 90, la economía colombiana registró tasas de crecimiento positivas en su producto, junto con una reducción en la inflación y tasas de interés relativamente bajas. Las condiciones macroeconómicas propiciaron un mayor dinamismo en el ciclo del crédito lo que, naturalmente, aumentó los niveles de endeudamiento de los hogares. En efecto, la suma de la cartera de consumo y de vivienda pasó de representar el 9,6% del PIB en el año 2000 a 19,6% en 2016. Por su parte, durante el mismo período la razón deuda sobre ingreso disponible pasó de 12,6% a 27,5%.
Por su parte, entre 2005 y 2015 la razón entre el endeudamiento de los hogares y su ingreso creció sustancialmente entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), tanto para economías desarrolladas (al pasar de 146,8% a 160,2%) como en el caso de las economías en desarrollo (47,0% a 69,3%).
Partiendo de este panorama, los investigadores, Daisy J. Pacheco-Bernal; Santiago D. Segovia-Baquero y Ana M. Yaruro-Jaime, tres profesionales del Departamento de Estabilidad Financiera del Banco de la República presentaron interesantes hallazgos a partir del desarrollo del estudio “Vulnerabilidades financieras de los hogares en Colombia” publicado por el Banco de la Republica en su Borrador de Economía No.1026, en momentos en que este tema adquiere la mayor relevancia debido al crecimiento de la cartera vencida; al incremento en el endeudamiento de los hogares y al potencial efecto que un choque negativo sobre las condiciones financieras de estos (como por ejemplo incrementos en la tasa de desempleo) puede afectar el crecimiento económico y el desempeño de las instituciones financieras.
Tal como lo demuestra una de las investigaciones más completas que al respecto se han hecho, “Indebtedness of Portuguese Households: Recent Evidence Based on the Household Wealth Survey 2006-2007. Financial Stability Report, del Banco de Portugal Farinha, L. (2007), evaluar la situación financiera de los hogares es importante porque, desde una perspectiva macroeconómica, un mayor endeudamiento de estos agentes puede afectar la demanda agregada de la economía ya que podrían reducir su consumo e inversión con el fin de cumplir sus obligaciones financieras.
El estudio “Vulnerabilidades financieras de los hogares en Colombia” resulta ser una primera aproximación en la cuantificación de las fragilidades financieras de los hogares colombianos en términos de su nivel de carga financiera, endeudamiento y morosidad, utilizando la información a nivel microeconómico proveniente de la Encuesta de Carga Financiera y Educación Financiera de Hogares en Bogotá (Iefic) y de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH), implementadas por el Banco de la República y el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
Uno de las mayores bondades del estudio es que permite establecer un marco de referencia para ejercicios de sensibilidad (estrés) ante riesgos como el desempleo, el riesgo de mayor exposición en el caso de la cartera colombiana, en momentos en que los indicadores de empleo urbanos llevan ya tres años de deterioro moderado, situación que no ha sido notoria porque el indicador neto se ha visto compensado por el buen desempeño del empleo rural.
Sin duda, la fragilidad financiera de los hogares colombianos queda en evidencia ante el incremento de su nivel de carga financiera, endeudamiento y morosidad, así como una mayor sensibilidad ante cambios en la tasa de interés, el precio de los activos y los ingresos.
La fragilidad financiera de los hogares colombianos queda en evidencia ante el incremento de su nivel de carga financiera, endeudamiento y morosidad
Particularidades de la concentración en Consumo
La realidad del caso colombiano observa que a partir del año 2000 se comenzó a evidenciar un mayor otorgamiento de cartera de consumo en comparación con la de vivienda para los hogares; para este año la proporción era de 31,2% y 68,8%, respectivamente, mientras que a diciembre de 2016 esta se ubicó en 67,2% y 32,8%, en su orden.
Los datos sugieren que en menos de 10 años la cantidad de deudores casi se ha duplicado. Veamos: A finales de 2016 para la cartera de consumo fue de aproximadamente 8,3 millones de deudores, mientras que para la de vivienda fue cerca de 880.000. Anota el estudio que por disponibilidad de información, el contraste de número de deudores se puede realizar a partir del primer trimestre de 2007. A esta fecha, el número de estos para consumo y vivienda era de aproximadamente 4,5 millones y 475.000, respectivamente.
Teniendo en cuenta que en Colombia, la deuda de los hogares se encuentra concentrada en créditos de consumo, explican los investigadores, “implicaría un mayor riesgo para las entidades financieras ya que históricamente este tipo de préstamos exhibe niveles de mora más elevados y suelen tener menores niveles de garantías comparado con el caso de los préstamos de vivienda”.
¿En este tipo de mediciones cuál es la metodología más adecuada?
Para los investigadores del banco de la República “La medición de las vulnerabilidades financieras de los hogares suele realizarse de manera agregada, utilizando indicadores como el de deuda sobre ingreso o deuda sobre riqueza; sin embargo, desde un punto de vista de estabilidad financiera, estas medidas son limitadas ya que no permiten distinguir entre hogares endeudados y no endeudados, ni la distribución de variables como el ingreso, la riqueza y la deuda entre estos agentes (Farinha, 2007). En este sentido, en el proceso de identificación de fragilidades es importante cuantificar la resiliencia de estos deudores a distintos choques, mediante ejercicios de sensibilidad (stress testing) a nivel microeconómico”.
Advierten los investigadores de la importancia de evaluar de forma cuidadosa, la dinámica de la deuda y el riesgo asociado a niveles elevados de esta cuando analizan datos agregados, puesto que no capturan de manera precisa la heterogeneidad que pueden presentar hogares con niveles de deuda similares, aunque con características distintas, por lo que recomiendan complementar los indicadores agregados que arroja el estudio, con aquellos que se pueden obtener a partir del uso de microdatos.
Con el fin de determinar el apalancamiento de los hogares y la capacidad que estos tienen para hacer frente a sus obligaciones financieras, el estudio empleó el indicador de deuda sobre ingreso (DSI) el que se define como la razón entre el saldo de deuda de los hogares y su ingreso anualizado; y una herramienta adicional para caracterizar la situación financiera, consistente en el indicador de carga financiera (CFI), el cual captura la proporción de ingreso que se dirige al pago de interés y amortización de la deuda. Este indicador, a diferencia de la razón de deuda sobre ingreso, no identifica el apalancamiento total de estos deudores con el sistema financiero, sino que provee una aproximación a su capacidad de pago.
Apalancamiento y de capacidad de pago de los hogares
Las medidas de apalancamiento y de capacidad de pago de los hogares del estudio, muestran que en promedio, los hogares han mantenido un nivel de deuda a ingresos de aproximadamente 38% desde 2011, mientras que la carga financiera aumentó entre 2011 y 2013, año en el que se observó el valor más elevado del CFI (19,1%); sin embargo, en los últimos años ha mostrado una tendencia decreciente y en 2016 alcanzó su nivel más bajo, ubicándose en promedio, en 35,8% desde el año 2011. .
Resaltan los investigadores: “En cuanto a la carga financiera de estos hogares, se presenta un alto grado de heterogeneidad en la muestra. De acuerdo con estándares internacionales, deudores que cuenten con un CFI de 30% se pueden considerar como riesgosos, mientras que aquellos que presenten un indicador superior o igual a 40% se catalogan como vulnerables. Este umbral fue empleado para el caso colombiano en el Programa de Evaluación del Sector Financiero (FSAP, por su sigla en inglés) del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el segundo semestre de 2012”.
Para el caso colombiano, se observa que el indicador agregado se encuentra por debajo del nivel de riesgo, veamos: “Al analizar la proporción de hogares considerando distintos rangos del indicador, se observa que históricamente un mayor número de hogares cuenta con un nivel de carga financiera inferior al 30% (80,4% en promedio)”. Por su parte, el 12,3% de los hogares cuentan con un CFI mayor al 40%, considerado un nivel de vulnerabilidad, de acuerdo al FMI”.
Lo anterior permite inferir que si bien la carga financiera de los hogares no ha aumentado durante el último año, y la proporción de hogares que cuentan con un indicador superior al 40% es baja, la proporción de la deuda en manos de aquellos hogares que son vulnerables sí lo ha hecho y en 2016 se ubica en 42,4%.
A lo que resaltan los investigadores: “Aunque este nivel es relativamente bajo, puede ser especialmente crítico para familias de bajo ingreso, donde la mayor parte de este se destina al consumo de bienes de primera necesidad”.
¿Quiénes son los que más se endeudan?
Los resultados del estudio muestran que los hogares colombianos que más se endeudan son aquellos que cuentan con mayores ingresos y que se encuentran en un rango de edad entre 36 y 55 años; en este punto del ciclo de vida los créditos destinados a adquisición de vivienda resultan tener su mayor participación.
Resulta interesante el hecho de que predominantemente los hombres cuentan con mayores niveles de deuda frente a las mujeres (en promedio 69,8% y 30,2%, respectivamente).
En cuanto al estado civil de las personas, aquellos deudores que poseen un vínculo personal, bien sea formal a través del matrimonio o informal como la unión libre, poseen un mayor nivel de deuda que personas solteras, divorciadas o viudas: aproximadamente el 50% corresponde a deudores que son casados.
En cuanto a la carga financiera de estos deudores, se encuentra que los valores más altos se observaron en el año 2013, y en 2016 esta se ubicó en 15,6%. A pesar de la disminución observada en el indicador agregado, la proporción de deuda que concentran hogares frágiles (aquellos que cuentan con un indicador de carga financiera por encima del 40%) para el último año se ubicó en su máximo histórico (42,4%).
Esta profundización sobre los datos que reflejan que las condiciones socioeconómicas de los individuos, da luces sobre diferencias en la forma en la que los hogares en Colombia se endeudan. En opinión de los investigadores “estos resultados podrían indicar que al caracterizar la deuda de los hogares, no solo se presenta heterogeneidad al interior de los mismos, sino que además las decisiones de endeudamiento difieren sustancialmente al considerar variables poco cuantificables u observables, como lo pueden ser las tradiciones culturales, la localización geográfica, las aspiraciones de los individuos, entre otras”.
Por ejemplo, en lo que respecta a la edad, explican los investigadores “se observa que los individuos suelen contraer mayores obligaciones financieras hasta la mitad de su ciclo de vida, lo que se explica principalmente por sus necesidades de financiar la adquisición de vivienda y bienes de consumo. En efecto, al analizar por modalidad de crédito en cuál de estas se concentran los deudores de acuerdo a su edad, se observa que la participación de créditos destinados a adquisición de vivienda aumenta progresivamente hasta los 45 años”.
¿Qué pasa si se reduce el ingreso laboral de los hogares?
En el estudio, la cartera es sometida a un análisis de sensibilidad, en el que exógenamente se plantea una reducción del ingreso laboral de aquellos hogares que tienen una alta probabilidad de desempleo, con el fin de evaluar los efectos del escenario sobre la exposición de los establecimientos financieros al riesgo de crédito de los hogares.
Los resultados del estudio muestran que, en cuanto a la pérdida esperada inicial de las entidades, “para el caso en el que solo se consideran activos líquidos esta es de 25,6% en promedio. Cuando se asume que las entidades pueden tomar como colateral el valor de la vivienda, esta se reduce en 10,3 pp. Caso similar se observa cuando se consideran tanto activos líquidos como la vivienda, donde la pérdida esperada promedio sería de 15,1%”.
Así las cosas, la exposición aumenta en promedio 2,7 puntos porcentuales (pp) en el caso en que solo se consideran activos líquidos, y 1,8 pp en los otros dos casos en que las entidades pueden tomar como colateral el valor de la vivienda y en el que se consideran tanto activos líquidos como colateral.
Considerando la magnitud del choque simulado en el estudio, el impacto es relativamente bajo. Los investigadores dan algunas luces sobre las razones de este hallazgo: “Hogares que cuentan con probabilidades de desempleo más altas, concentran la menor proporción de deuda. De otro lado, quienes concentran más deuda son hogares que presentan indicadores de carga financiera elevados; sin embargo, el hecho de que estos agentes no resulten tan afectados en el ejercicio realizado puede responder a varios factores no observables, como su calidad como deudores, su historia crediticia, entre otros”.
Medir, Monitorear y especialmente Actuar
Si bien el crecimiento en la exposición de riego no es preocupante, si exige mayor profundización en los análisis y mejores sistemas de monitoreo; y lo que es más importante: una clara estrategia de actuación preventiva frente a los segmentos más vulnerables que permita la identificación oportuna de deudores riesgosos en medio de un contexto de desaceleración económica y deterioro de las condiciones crediticias.
Deben ser precisas las medidas que se tomen desde las políticas de originación de crédito, que sin frenar la colocación, permitan evitar que hogares que cuentan con indicadores de endeudamiento y carga financiera elevados tomen mayores riesgos y aumenten la exposición de la entidad crediticia. Por su parte los ejercicios de stress y la construcción de escenarios adversos, deberán incorporar metodologías adecuadas y data inteligente, que permitan además detectar los mecanismos de transmisión que con mayor celeridad y alcance, puedan afectar la economía familiar para sus nichos particulares de clientes.
Si bien el 2017, fue el año de fortalecimiento del uso de microdatos para el crédito empresarial y comercial, el 2018 será el de microdatos para entender con lupa la economía familiar, dentro de lo que resulta vital el monitoreo de aquellas poblaciones con mayor riesgo de desempleo, y sus colaterales, es decir familias que viven del cobro de arriendos de inmuebles para vivienda o que viven de la prestación de servicios al hogar.
Nuevas formas de segmentar la cartera, más allá de las tradicionales por franjas de mora, resultarán vitales a la hora de instrumentar las acciones de seguimiento y acompañamiento preventivo desde las áreas de servicio y recuperación, además del análisis de sus planes de capacidad, canales de conexión con los clientes y estructuras, para garantizar que estas acciones, no solo se concentren en el grupo de hogares más vulnerables, si no que los planes resulten efectivos al momento de la aplicación de correctivos.
Es claro que el endeudamiento de los hogares y su calidad de cartera estará no solo en el radar de los entes de vigilancia, reguladores e instrumentadores de política económica, de manera que permita anticipar la implementación de medidas macroprudenciales, sino también de manera protagónica en la agenda del Comité Directivo de las entidades crediticias dada la mayor exposición al riesgo de crédito que enfrentan entidades bancarias y no bancarias este año.